La página web del club consigna con precisión el plan de trabajo. Esta semana toca entrenamiento diario para rendir al máximo el sábado, en el partido contra el Deportivo Olmedo. No en vano el lema “seriedad y afán por aprender” ha convertido al Mushuc Runa (Hombre Nuevo, en quechua) en el primer equipo indígena que llega a la Primera División en Ecuador. Y en tiempo récord: en apenas 11 años ha pasado de ser el equipo de una cooperativa de crédito de la comunidad de Pilahuin, que jugaba en torneos de barrio, a competir contra los clubes consagrados.
Este ascenso prodigioso no se explica sin el empeño de Luis Chango, su fundador y presidente vitalicio. Él mismo, de niño vendedor de ajos y hoy empresario próspero, es un ejemplo de superación. A Chango le marcó tener que jugar al fútbol a escondidas, porque el trabajo infantil es parte de la economía familiar y los adultos veían eso de correr detrás de un balón como algo propio de vagos. Por eso no se conformó con crear un pequeño equipo en la cooperativa que él dirige.
Pensando siempre a lo grande, Chango ha colocado al Mushuc Runa Sporting Club en la liga nacional y ha fundado una escuela de fútbol que sirve de cantera infantil. Hay que romper con hechos, dice, las “barreras mentales” de los pueblos indígenas y la discriminación que sufren. De momento, el Mushuc Runa está en los últimos lugares del grupo A, pero solo es cuestión de tiempo. En cuanto inauguren su estadio, situado a 3.200 metros de altura, habrá que ver los resultados de los partidos en casa...
Eso sí, al volverse profesional, el equipo se ha diversificado, como no podía ser menos. Hoy solo quedan dos jugadores originarios. Hay afroecuatorianos y mestizos, y no faltan, por supuesto, los fichajes extranjeros: tres argentinos (que se suman al entrenador) y un uruguayo. La administración sigue siendo indígena. Pero de eso se trata: el fútbol como instrumento de integración.