Mandela merece ser uno de los pocos líderes admirados en todo el mundo. Él logró evitar una de las peores acciones que puede ejercer el ser humano: la discriminación. Consiguió deshacer esas estúpidas leyes que prohibían los matrimonios interraciales y catalogaban las relaciones sexuales entre blancos y negros como un delito. “Mi ideal más querido es el de una sociedad libre y democrática en la que todos podamos vivir en armonía y con iguales posibilidades. Y es un ideal, señoría, por el que estoy dispuesto a morir”. Eso dijo Mandela antes de ser condenado a cadena perpetua. Por suerte, pudo dejar la cárcel y gobernar Sudáfrica para luchar por la igualdad.
Mandela ha fallecido como un héroe, después de haber cumplido su mayor deseo. Su ejemplo nos ha servido y servirá para dar un paso más hacia la unión y el respeto entre etnias.
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