Personas con discapacidad que trabajan en centros ocupacionales han sacado sus mesas de trabajo a la Plaza de la Virgen de Valencia para protestar contra el copago en discapacidad. Mientras la negociación de las entidades con la Administración continúa, las familias se niegan a encerra a sus hijos en casa y dejarse caer por el copago. "¿Cómo voy a sacar a mi hija del centro si es toda su vida?", se quejaba una madre.
"No queremos que nos vuelvan a esconder", sentenciaba una pancarta colgada del improvisado taller montado por el centro ocupacional Los Silos. Cuatro entramados de cañas dispuestos a modo de paredes creaban un pequeño espacio de trabajo a escasos metros de un enorme grupo de turistas que presenciaba una sesión del Tribunal de las Aguas.
Coger un cono de plástico, meter una espiral y presionar. Otra vez. Otra más. Repetir esta operación 700 veces está remunerado con tres euros. Una cantidad que sirve tanto para pagar un simbólico sueldo a las personas que los montan como para acumular un remanente para costear imprevistos en un centro que teme una fuga de usuarios si el copago sigue en pie. "Para la Generalitat estos chicos son clientes, para nosotros son personas", decía Julián Oviedo, director del centro ocupacional. A su alrededor, madres y usuarios de otros centros ocupacionales apoyaban su protesta.
Sergio Olivas (30 años) repartía octavillas explicativas a los curiosos. Hace cuatro años que trabaja en Los Silos. Cuenta que monta tubos, hace papel reciclado, cojines... "Me gusta el centro porque mi trabajo sirve. Hay que hacer lo que sea para que no cierren el centro porque en mi casa... ¡qué aburrimiento!", decía resoplando.
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