martes, 8 de abril de 2014

Políticamente putas.




¿Qué empuja a centenares de mujeres a marchar por las calles de Quitoy pasear carteles con leyendas como: “Yo decido cómo me visto y con quién me desvisto” o “tengo derecho a caminar, sin que nadie me vaya a escanear”? ¿Qué hace que se autodenominen “putas” y hasta escriban esta palabra sobre sus cuerpos para que nunca más les duela, culpe o estimagmatice? Las respuestas son el machismo y la violencia que éste genera. Seis de cada diez ecuatorianas han sufrido algún tipo de violencia machista y una de cada cuatro ha sido víctima de agresión sexual, según el Instituto de Estadísticas y Censos.
Esta jornada feminista que se hace en Ecuador desde el 2012 ya tiene un nombre propio: “la Marcha de las Putas”. Al igual que en otros países, fue la respuesta indignada que dieron las mujeres del mundo al policía canadiense Michael Sanguinetti que soltó un comentario machista en una charla sobre seguridad: “Las mujeres deben evitar vestirse como putas, para no ser víctimas de la violencia sexual”.
La tercera edición de la la Marcha de las Putas se desarrolló el pasado 29 de marzo y cumplió con su tradición de vetar el machismo en las diez cuadras de recorrido. En el festival musical que cerró el evento se oyeron letras que llamaron a la concienciación como las rimas de las cantantes de hip-hop Caye Cayejera y Rima Roja en Venus: “Me vale un trozo de verga, el patriarcado que te sostenga” o “cicatrices, golpes, basta. Mujer hazte respetar, tú vales más”.
La marcha ya cuenta como un triunfo de las libertades a nivel social. Ana Almeida, una de las activistas que inició el movimiento, explica el trasfondo político de reconocerse puta: “Ser políticamente puta es no tenerle miedo a la palabra, saber que se usa para coartar las acciones de libertad que las mujeres ejercemos sobre nuestro cuerpo”.

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